jueves, 16 de abril de 2009

¿Por qué me suena tannnnn conocido?

Justito en medio de la campaña electoral para las legislativas de mediados de este año, en mi país, Argentina, mientras el oficialismo la va remando para ver de qué manera consigue cosechar uno a uno los votitos que le permitan no disminuir dramáticamente el número de sus legisladores, aparece un chico de 14 años que asesina a un honorable vecino del gran Buenos Aires, y pone, una vez más, el tema de la inimputabilidad de los menores y la falta de seguridad, en la primera plana de los medios informativos del país.

Una vez más aparecerán los defensores y detractores de esta y aquella postura. Una vez más los noticieros se llenarán de gritos exasperados, de llantos sensibleros y melodramáticos, de políticos haciendo su negocio, de empresarios mediáticos haciendo su negocio, de negociantes haciendo sus empresas, de delincuentes negociando sus noticias, de noticiosos delinquiendo sus vergüenzas, de desvergonzados noticiando sus delitos, de sinvergüenzas varios; delincuentes, no pocos; negociantes, muchos.

Y en el medio… la gente.

La pobrecita gente. Víctima de toda una maraña de intereses e influencias que manipulan algunos prominentes circunstanciales o consuetudinarios, mientras que aquí, a los ciudadanos de a pie se nos va la vida, se nos van los hijos, en este juego perverso que nos tiene como participantes involuntarios que siempre pierden y no pueden renunciar.

¡Qué bien! ¡Qué lindo suena! ¡Tan demagógico como hueco!

Más o menos en este tono se van a leer y escuchar comentarios a raudales.

Mantengo todas y cada una de las palabras allí escritas. Pero me animo a proponer que no necesitamos ser unos cráneos para avanzar un poquito más que eso.

Las voces que pidan leyes más restrictivas en Argentina, o que reclamen mayor seguridad jurídica, van a resonar en el futuro inmediato, mucho más fuerte que la de los potenciales legisladores en campaña. Es mucho más fácil enojarse, gritar, putear en pantalla (o conmoverse e indignarse en el sillón frente a la pantalla) que preguntarse: ¿qué piensa respecto a la actual ley ese señor que se me ofrece para ser mi diputado?

Todos aclaran que no están a favor de la pena de muerte pero que hay que hacer algo para endurecer las leyes, que hay que actualizar el sistema legal a la realidad social que tenemos. Pues bien: los encargados de modificar las leyes, los autorizados a reglar el sistema legal, los que deben hacer las leyes que la sociedad reclama, son estos señores que están solicitando nuestros votos. Alguien tendrá a bien preguntarles qué opinan ellos respecto a esta cuestión. No quiero que lloren al lado de las víctimas ni que se pongan colorados de indignación en el programa de cable de algún periodista amigo. Quiero que nos digan qué leyes van a votar en lo que se refiere a este tema. Qué tipo de sociedad persiguen las leyes que ellos piensan promover. Qué compromiso legislativo asume con el electorado.

Nadie habla de esto. Y dentro de algún tiempo vamos a volver a vociferar que queremos que las autoridades incumplan la ley, ya que no supimos promover a quiénes podían modificarlas.

Claro, entre tanto grito y llanto es difícil escuchar a los que responden a este reclamo. ¿O será que ponen los gritos y llantos en primer plano porque no hay respuesta alguna que oír?

Que sigan los reclamos desencajados. Pero que se oiga más fuerte el reclamo concreto por posicionamientos claros respecto a aquello por lo que después se va a llorar. Los “ruralistas” se niegan a postularse para las próximas elecciones. Se niegan, entonces, a participar directamente de la transformación del sistema legal que, dicen, los perjudica.

No es golpeando a los fiscales, gritando en los micrófonos de Telenoche, o agarrando de la solapa a algún juez, que se van a modificar las condiciones que reputamos de inseguras, insuficientes, inadecuadas.

Señor candidato a diputado: ¿qué ley dice usted que hay que modificar o sancionar para que mejore la seguridad, y cómo lo va a hacer?

Señora diputable: ¿qué leyes laborales que usted está estudiando van a mejorar la situación del empleo en nuestro país?

Señores candidatos: ¿van a trabajar para que mis hijos tengan un país con un sistema legal que promueva cuáles valores, cuáles objetivos, cuáles paradigmas?

Que no nos molesten los gritos y los llantos, pero que no nos aturdan. No nos podemos dejar distraer con estos o aquellos exabruptos. El camino hacia la madurez política y social implica que tenemos que exigir hoy aquello que después vamos a querer reclamar.

¿No te suena conocido esto?

No hay ninguna diferencia con lo que escuchamos en la iglesia.

Es lo que escuchás una y otra vez.

Predicadores que reclaman a los gritos lo que no conocen o no entienden, pero que nunca te dicen cómo ni por qué llegar a ello. Profesionales de la fe que reprochan la espontaneidad de los que se niegan a ser clones de cristianeitor. “Siervos” provistos de 4x4 que gritan sus demandas para confundir a la gente que no escucha que le digan qué clase de iglesia estamos tratando de llegar a ser, por qué y cómo vamos a procurarlo. Figuritas carismáticas o bien marketineadas que nos venden sus libros, sus discos, sus calzoncillos si fuera necesario, pero que no son capaces de dar un consejo sin apelar al pensamiento mágico o a la obediencia debida.

Seguimos gritando y gritando para aumentar la confusión que disimule la ignorancia y/o la ineptitud de los dirigentes eclesiásticos que critican a la dirigencia política porque cometen el terrible pecado de ser exactamente igualitos a ellos.

“Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas”. (Ro 2:1 NVI)

2 comentarios:

  1. Me encanto el post, como siempre, y pues sabes que de todo se puede esperar en la política...

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  2. Sí, pero en la política y en los que criticamos a los políticos. Habría que seguir soñando con un mundo mejor, pero hacer un poquito por lo menos cada uno para tener derecho a reclamar algo de los otros.
    Gracias por tu comentario.
    Suerte en tus nuevos rumbos.

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