martes, 30 de junio de 2009

Dormido en los laureles


El capítulo 4 del Evangelio según San Marcos es el relato de un evento en el que Jesús se ve sorprendido por una multitud que llega a él y ante la contingencia el Maestro improvisa un anfiteatro introduciéndose unos metros en el lago, para poder llegar con mayor amplificación a más cantidad de oyentes, y luego de pasarse la jornada entera departiendo con este grupo, emprende, en compañía de los suyos, un camino hacia “el otro lado”. Pero, una vez puestos en marcha, las palabras del evangelista nos hacen notar que algunas barquitas más se habían hecho al agua para seguir el recorrido de Jesús. A partir de ese momento Marcos se desentiende de aquellas otras embarcaciones. Sigue el relato apasionante de la manera en que los tripulantes de la precaria nave luchan contra el maremoto que se empecina en hundirlos, y cómo sus sentimientos increpan al Líder que no tiene cuidado de la zozobra de los suyos; y finalmente Jesús, poderoso, sorprendiendo a todos y con estampa señorial tomando control de la naturaleza, apelando a la fe de sus discípulos que, anonadados, no tienen palabras para describir lo que están viviendo.
Pero me sigo quedando con la mirada puesta en aquellos barquitos que vienen siguiendo a Jesús. Aquellos anónimos cuya suerte nos queda en duda. Nada sabemos de sus penares con el maremoto, ni de la asimilación de esta nueva revelación que han tenido. Tampoco sabemos mucho de sus intenciones. No sería extraño que pretendieran recibir mayores beneficios de Dios, como Jesús ya había enrostrado a otros. Lo que sí podemos entender de la situación es que estos navegantes anónimos entendieron que para estar con Jesús hay que seguirlo. Si te quedás saboreando lo que recibiste ayer te vas a sentir chocho, pero va a ser sin Jesús porque él ya siguió adelante.

Tengo, como cualquiera, como tantos, como muchos, la tendencia a quedarme en cada nuevo descubrimiento extasiado como ante una revelación última. Quiero perpetuar cada logro, estirar cada éxito. Hacer un lugar cómodo y calentito para cada gol convertido, a fin de quedarme ahí y disfrutarlo y no dejar que nada me mueva de mi efímera gloria. No me gustan que me vengan a decir que lo que descubrí ya está superado; que lo que aprendí no me alcanza; que los que amo no son perfectos.

Pero quiero aprender. Quiero aprender, como aquellos embarcados, a dejar la comodidad y el calorcito del fueguito seguro de la playa para salir en busca constante de la cercanía de Jesús. Así es Dios: viento que va. Cuando parece que ya lo tenés, que lo comprendiste, que desenmarañaste la cuestión… ya se te fue otra vez, ya está mar adentro. Y hay que seguirlo, hacerse al mar y estar dispuesto a mojarse, a naufragar, a la fe y al espanto.

Veamos si Víctor Heredia nos da una mano para redondear esta entrada

viernes, 26 de junio de 2009

la veda proselitista


En Argentina estamos en tiempo de elecciones. Las elecciones que deberían realizarse en el mes de octubre, merced a conveniencias del oficialismo, se adelantaron para este mes de junio, y se llevarán a cabo el próximo domingo. Razón por la cual, después de una lamentable seguidilla de actuaciones bochornosas por parte de candidatos de todas layas (como ya es costumbre no solo en mi país, ni en nuestra Latinoamérica, sino que prácticamente en todo este mundo) estamos llegando al final de la campaña proselitista.

Supuestamente comienza hoy, a las 8 de la mañana, un período en el que los candidatos, los partidos políticos, las empresas encuestadoras, los medios de comunicación, todos deben abstenerse de comentarios y gestos que podrían inducir a promover el voto a favor de este personaje, o en contra de aquel. Debe darse espacio a la reflexión. Al ensimismamiento para procesar toda la información recibida durante el último tiempo y votar a conciencia el próximo domingo.

Se me ocurrió sospechar que tal vez no sea así. Tal vez la veda política, estas escasas 48 horas sin publicidad proselitista, sea un período para volver a creer en la democracia. Todo el mundo sabe que la bajeza de la campaña no hace otra cosa que desmerecer a los candidatos y a sus propuestas. Y que, más que ayudar a fortalecer posturas particulares sólo sirven para multiplicar el desencanto general. Tal vez esta veda tenga como único objetivo ayudar a los pocos que todavía tienen una ilusa esperanza en estos procesos eleccionarios. Sacar a los políticos y sus verborrágicos bochornos del medio para que los que todavía pueden creer en el valor del sistema que mal llamamos democracia puedan reponerse, renovar sus fuerzas, y salir el domingo a la mañana camino al cuarto oscuro, renovada su fe. Al menos, por un tiempito más.

Probablemente venga bien compartir una cita que no va completamente en línea con el sentimiento que acabo de exponer, pero sí con elecciones, candidatos y votaciones varias.
Se le atribuye a Platón la célebre frase de efecto: “El castigo de quién no gusta de la política es ser gobernado por quién gusta de ella”.
No se trata de una reflexión particularmente brillante, ya que los hombres de alguna honra son, desde los inicios de los tiempos, perjudicados por los que son más inescrupulosos que ellos. Prefiero por esa razón incluir a la política en la regla más general de los chanchullos: los que no se rebajan a la infamia son constantemente asaltados por los que no dudan en embarrarse en ella.
El voto conciente es simplemente el que no ignora ese implacable mecanismo. El voto conciente no es el de quien canalizó acertadamente sus esperanzas; es el de quien va a votar suficientemente desilusionado.
Paulo Brabo

jueves, 25 de junio de 2009

Pequeña contribución al desánimo general



Me meto un poquitito, sólo como excusa, con una cuestión muy del momento, como son las elecciones que el fin de semana se llevarán a cabo aquí, en Argentina.
Como suele ocurrir, a pocos días de que se celebre el acto eleccionario, los destinatarios de la campaña proselitista multimillonaria que los candidatos están arrojándonos encima, estamos ya repodridos. Cansados de oírlos no decir nada, o de horrorizarnos cuando efectivamente dicen algo. ¿Habrá gente que, efectivamente, preste oídos sinceros a los políticos en campaña, para evaluar sus propuestas y ofrendarles su lealtad?
Esta canción que les quiero compartir tiene 26 años, la edad que tiene este período democrático de Argentina. Pero tiene toda la actualidad que los profetas Gieco y Porchetto le supieron cargar.

Para guerra o elecciones, pibe, no nos abandones...


martes, 23 de junio de 2009

La oficina está en orden (reminiscencias del Santo Despelote)


Como verán ordené un poco mi escritorio. Ya no hay papeles dando vueltas, discos revueltos, basura entorpeciendo los movimientos, como pueden ver AQUI… Ya puse cada cosa en su lugar y está todo donde corresponde. Asocio este orden con una experiencia de estos últimos días. Porque también solía tener, últimamente, mi cabeza desordenada por una actividad que me había capturado y a la que estaba remitida todo lo demás. Me pasaba casi todo el día pensando en ella o tratando de relacionar con ella las cosas que vivía. Procuraba encontrar tiempo para dedicarle, o atención para prestársela.
En estos días me quedé, también, sin esa ocupación. Aquella cuestión a la que se destinaban prioritariamente mis “pilas”, que me tenía leyendo por los rincones, pensando y elaborando cuestiones en cada momentito que mi cabeza encontraba un huequito, se terminó. Así que también en ese aspecto, el escritorio se ordenó. Esa ocupación que salpicaba todo lo demás y no me dejaba concentrar completamente en ninguna otra, también está cerrada y guardadita. Ya no está más por acá reclamando atenciones, distrayendo o entorpeciendo la concreción de otras empresas. Ya está todo ordenado. Todo prolijamente acomodadito en su respectivo espacio. Ya soy digno de la felicitación de alguna tía solterona.
¿Y qué gané? ¿Se supone que ahora soy mejor? ¿Debería sentirme más útil, más santo o más feliz en virtud de la superación de aquel desorden? De ser así, por favor, que alguien me avise.
Está todo ordenado pero, en realidad, en este momento, sólo tengo ganas de clavarme un buen tango…
¡Salud!



domingo, 21 de junio de 2009

El día de los Gigantes Tenues

En Argentina se celebra por estas horas el día de la bandera. Se recuerda el fallecimiento de su creador, y la mayoría de los actos y efemérides refieren a la persona de Manuel Belgrano, más que a su creación. Lo cual no deja de ser una contradicción más de los argentinos: ¿Por qué no hicimos el día de Belgrano para recordar a Belgrano, y el día de la bandera para recordar la bandera? De todas formas no era de esto lo que quería comentar.
¿Qué es una bandera? No me refiero, obviamente, a la tela con diferentes colores que representan una idea o una consigna. Las banderas son, principalmente, símbolos. Pero, además, de las diferentes acepciones de la palabra, uno de los usos que tiene bandera, es el de insignia, el de signo que representa todo un conjunto de valores, intenciones, propuestas. Así hay personas, instituciones y hasta palabras que, en determinados momentos, también se vuelven banderas porque se transforman en portadoras de un conjunto de cuestiones.
Siento nostalgia de esas banderas. Me parece (tal vez equivocadamente, no lo se) que cada vez existen menos de esas banderas que aglutinaban voluntades y que unificaban direcciones. Existen cada vez más banderas, o más símbolos, pero que cada vez representan a sectores más y más reducidos. Hay, sí, otras banderas de extensa aceptación general (el lucro, el propio placer, la comodidad, etc) pero a las que las personas seguimos con vergüenza, a escondidas, casi como una traición a las que reconocemos como banderas válidas, dignas.
Es también, en Argentina, el día del padre, este domingo 21 de junio.
Y me pasa lo mismo que con la bandera. No puedo dejar de celebrar y conmemorar la fecha. Pero tengo que hacerlo con un dejo de melancolía por otros tiempos. No porque todo tiempo pasado fue mejor, sino porque en aquel tiempo pasado yo fui mejor, y el mundo era mejor para mí. Todavía soñaba con la posibilidad de avanzar empuñando muchas de las banderas que ahora veo ajadas y pisoteadas por tantos, incluso por mí mismo. Todavía confiaba en la sabiduría ilimitada y la omnipotencia de mi papá, derrocadas hoy, incluso, por mí mismo. Todavía creía en el poder de las banderas y la fuerza del brazo de papá.
Hoy nos canta Juancito Baglietto esta canción de Fandermole que nos invita a seguir soñando con el día en que perdamos el miedo al movimiento y al dolor, no esperemos soluciones mágicas, nos convenzamos que la vida esta hecha de muerte, de pasión y de azar.
¿Seguirá siendo posible... todavía?

Yo digo que mis ávidos amores
son fuertes y viven más que yo,
son gigantes tenues como flores
que alientan a este turbio corazón.
Los alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar;
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra que se va.


viernes, 19 de junio de 2009

Todo don perfecto ... (Intento Reincidente)

En la entrada anterior mencionaba la manera en que nos entregamos a una casuística, que bastante poco tiene de cristiana, según la cual si tomamos las opciones que Dios nos presenta siempre habremos de tener vidas rumbosas, ajenas a mayores dificultades, superadas de toda complicación. Idea perversa que, sin embargo, parece seguir siendo caballito de batalla de muchos predicadores exitosos, y, obviamente, un pensamiento de muy fácil consumo masivo. Una salvación y una vida con esas características es muy fácil de vender, y más fácil de comprar, aunque el precio sea elevadísimo.
Me acordé, entonces, de un parrafito del Negro Dolina en el que con calidad de artista desdibuja esta idea, y nos regala un firulete de su pluma.
En un lugar preciso de la cancha de Piraña acecha el demonio. A veces los jugadores pisan el sector infernal, adquieren habilidades secretas, convierten muchos goles, triunfan en Italia, se entregan al lujo y se destruyen.
Otras veces los jugadores pisan al revés y se entorpecen, juegan mal, son excluidos del equipo, abandonan el deporte, se entregan al vicio y se destruyen.
Hay quienes no pisan jamás el coto del diablo y prosiguen oscuramente sus vidas, padecen desengaños, pierden la fe y se destruyen.
Conviene no jugar en la cancha de Piraña.

jueves, 18 de junio de 2009

Todo don perfecto viene de ...


Lo admito: soy un ingenuote. Soy carne de cañón para toda promoción que anda caminando cerca de mí. Hace un tiempo me di cuenta de esto y empecé a medirme en mis decisiones impulsivas. Pero no sé si por causa de algún condicionamiento emocional o por qué cuestiones, cada vez que se me ofrecen una serie de beneficios, una propuesta atractiva, una puertita interesante, me meto por ella DE CABEZAAAAAA.

Dentro del marco de la vida cristiana (entendiendo por esto el intento de considerar la mayoría de los aspectos de la cotidianeidad a luz del carácter y los propósitos de Dios)1 tenemos una tendencia (tal vez hija, nieta, o sobrina bastarda del positivismo) a considerar que las oportunidades favorables son regalos llegados directamente desde el cielo. La respuesta de Dios a nuestras necesidades la imaginamos siempre presentada en primorosos envoltorios. Es así que más de una vez me inscribí en círculos de lectores, en cursos de informática, en planes de aprendizaje de idioma… No compré tiempo compartido sólo porque no tuve ningún entusiasta vendedor que golpeara mi puerta (¡la misericordia del Padre es infinita!). Siempre convencido que esa maravillosa oportunidad que se abría a mis pies era un “don perfecto” enviado por Dios, regalador generoso por excelencia.

¿Cómo nos imaginamos al diablo? No, no te asustes, sigo hablando de lo mismo. ¿Qué imagen tenemos de aquel a quien personificamos y llamamos Satanás, Mandinga, Lucifer, etc, etc, etc,2? Hemos aprendido, merced a la educación bíblica que supimos conseguir, a no restringir al tal demonio a estereotipos perversos. Bien nos enseña la Biblia que puede presentarse ante nosotros como “ángel de luz”. ¿Por qué no pensar, entonces, que también puede presentársenos como “una ocasión maravillosa” de las tantas que este servidor compró a lo largo y lo ancho de sus cuatro décadas de experiencia?

No es difícil de aceptar el siguiente argumento: “Se me presentó una gran ocasión, y por aceptarla, me perdí otra posibilidad aún mejor que esa”. De donde sintetizamos que la buena ocasión era demoníaca y la mejor de origen divino. También esto lo he escuchado y creído muuuuuuuuuuchas veces. Pero será necesario admitir que las buenas ocasiones pueden ser satánicas, aún cuando no haya mejores opciones. Una oportunidad no necesita de su opción divina para calificar como satánica. No es, tampoco, difícil avanzar hasta la afirmación: “puede llegar a haber, entonces, situaciones en las que todas las opciones son diabólicas”. Y esto, de hecho, ocurre la mayor parte de nuestra vida.

Entonces intento encontrar espacio para formular un par de preguntitas:

¿Puede una buena ocasión no venir de parte Dios? ¿Puede ser que una buena oportunidad sea algo malo pero no porque nos hace perder algo mejor, sino por su propio peso? Debería aprender a no dejarme seducir por la tentación de equiparar, para estas situaciones, la salida ‘idónea, genial, oportunísima’ con la ‘respuesta, el regalo’ de Dios’.

El único propósito de estas líneas era proponer esta simple idea (que para muchos puede ser vieja, o recontra superada) que, creo, sigue vigente perniciosamente en la mente y la práctica de muchos cristianos con los que convivo. No todo lo bueno, viene de Dios. No siempre “la mejor opción” es el camino cristianamente adecuado.

¿Será muy herético parafrasear 2 Corintios 11:14 de la siguiente manera? “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como “una excelente oportunidad”

1 Sí, ya sé, tampoco es una aclaración muy “aclaratoria”, pero alcanza para ubicarnos en lo que pretendo llamar de esa manera.
2 “¿Maradona no juega?” D Rabinovich dixit.

miércoles, 17 de junio de 2009

también choreado a "bacia das almas"

El otro lado


– En el principio – dice el rabí Johanam – uno reza por prosperidad, esperando que todos sus deseos sean realizados. Después de algún tiempo pasa a rezar por su felicidad, porque percibe que lo que busca es la felicidad, y ella no tiene ninguna relación con la concreción de los deseos. Entonces uno pasa a rezar por la felicidad de los otros, porque percibe en cuánto lo hace vulnerable a uno, la vulnerabilidad de los demás. Más tarde uno pasa a rezar por coraje, porque entiende que la felicidad, tal vez, no constituya el bien de nadie. Por último uno deja de rezar, porque comprende que el único coraje que cuenta es el que se refiere a uno mismo. En este punto, uno llegó a los portones de la fe, sin saber qué lo espera del otro lado.

– Los santos son los que alcanzan ese portón – entendió el rabí Yosef.

– Los santos son los que lo encuentran cerrado – dice el rabí Johanam

martes, 16 de junio de 2009

Galeano x Galeano

¿y quién nos enseña a nosotros a perder ese miedo?
que difícil es... ¿o me equivoco?

jueves, 11 de junio de 2009

¿y qué de la esperanza?

En el excelente Blog http://www.baciadasalmas.com/ el amigo Brabo, hace algún tiempo, publicó este escrito que me cautivó y hoy me pareció piola subirlo para compartir por los que visiten este rincón.

Cualquiera

El otro día, el hijo que no tengo, y que ya es lo bastante grandecito como para hacer este tipo de pregunta, me preguntó, mirando al mundo si existe esperanza.
Era época de Navidad y él quería que mi respuesta lo llenara de inspiración y de buenos sentimientos; una respuesta que lo habilitara para abrazar el futuro con ojos brillantes y pies optimistas. Quería, en otras palabras, un mensaje.
-Esa, hijo mío, es una respuesta que las palabras no pueden dar- mentí lo menos que pude, e invoqué no se de dónde una sonrisa.
Cuando él sea mayor le diré que no, que no hay ninguna esperanza. Andaremos codo a codo por un camino en medio de la tarde y confesaré que no albergo esperanza en el mundo, en las religiones, ni en las instituciones, y, menos todavía, en mí mismo. Diré que los bellos mensajes optimistas que los hombres intercambian en ocasiones solemnes son distracciones que no llegan ni cerca de alterar la dura trama de la realidad. Las personas no se volverán más generosas, menos mezquinas y más iluminadas, porque viví cuarenta años y a cada día me distancio más, yo mismo, de ese ideal ilusorio.
Él me mirará a los ojos y, sin decir nada, abrirá una media sonrisa, porque verá que, aunque no exista esperanza, aunque yo esté convencido de que no la hay, cultivo, aún así, alguna.
Si todo llega a funcionar, con el pasar de los años él aprenderá a guardar la esperanza como yo: como quien tiene vergüenza de permanecer niño y continuar mirando con fascinación la llama de una vela que cualquiera puede apagar.

Paulo Brabo

martes, 9 de junio de 2009

¿Hacen falta excusas para un poquito de ternura?

Tampoco esta vez tengo una reflexión para compartir, pero, sin saber mucho por qué (y sin preguntármelo tampoco), me dieron muchas ganas de compartir esta canción que es una pastillita de ternura.
La composición le pertenece a Sebastián Monk, y la interpretan Luna Monti y Juan Quintero. Es de un disquito que se llama "Nuevas canciones para niños sin sueño", del año 2005.
¡¡¡Imperdible!!!

viernes, 5 de junio de 2009

el gallo, un relato acerca de gente que conozco

Otro relato de Rubem Alves de su "Teologia do Cotidiano". Lo recomiendo fervorosamente.

El gallo

Hay una historia del gallo que cantaba para hacer nacer el Sol, que ya conté en otro lugar y repito. Bien de mañana, todavía oscurito, él subía al techo del gallinero, hinchaba el pecho y anunciaba:
– ¡Voy a cantar para hacer nacer el Sol!
Todo el bicherío quedaba boquiabierto, pues creía que el gallo decía la verdad, y la prueba estaba bien presente delante de ellos. El gallo batía las alas, miraba firme al horizonte y ordenaba:
– Co-co-ri-có!
Y luego el Sol, obediente, iba apareciendo, rojo, todo luz, todo calor, todo se alegraba, y el bicherío agradecía al gallo su poder y su bondad.
Pero en verdad esto no resultó una cuestión pacífica. Que el Sol nacía por causa del canto del gallo, eso era dogma, quod semper quod ubique et quod ab omnibus creditum est –lo siempre creído, por todas partes y por todos, como dicen los doctores de la iglesia. Lo que era objeto de infinitas disputas era la partitura correcta –porque fuera del valle había interminable cantidad de gallineros, cada cual con su gallo, y cada gallo cantaba de un modo diferente. Estaba el garnise, que cantaba fino, con voz de tenor; estaba el gallo de pescuezo pelado, que explicaba diciendo que era tonsura sagrada, él era barítono, alargaba la última ce de co-co-ri-có; estaba el gallo de cresta roja y plumas púrpura, no se contentaba con cantar una sola vez, le gustaba oír su propia voz; estaba el gallo carijó, que cantaba manso, suave, hecho gregoriano evitando el trítono; estaba el gallo indio, teólogo de la liberación, de canto guerrero; cada uno cantaba de un modo diferente y afirmaba ser aquel el modo de hacer nacer al Sol.
El hecho era que todas las veces que los gallos se encontraban, la cosa terminaba en pelea, riña de gallos que se volvió hasta hoy deporte muy popular, cada cual intentando probar que su canto es el único y verdadero y el de los otros es falso. Nunca les pasaba por la cabeza que mejor sería hacer un dueto, incluso las palomas habían intentado innumerables veces organizar un coro ecuménico para poner fin a la pelea, inútilmente, porque los gallos no gustan de la polifonía, gustan justamente de su propio canto solista.
Pues aconteció que un día el despertador del gallo no sonó, se le pasó la hora y, cuando se dio cuenta, el Sol ya estaba allá en medio del cielo, con aquella sonrisa de felicidad, repartiendo luz y calor a todos los rincones del valle. Aquello fue un golpe al orgullo del gallo, entró en depresión, visitó a la lechuza, psicoanalista, le contó sus sueños. La lechuza una vez que lo oyó, no le prestó demasiada atención, y sólo le hizo una irónica puntuación lacaniana: Ya que el Sol nace aún sin su canto, ¿por qué no se deshace del despertador?
El gallo al principio no entendió. Pero a medida que iba comprendiendo empezó a sonreír: Deshacerme del despertador, el Sol va a nacer de todas maneras, mi canto no tiene tanta importancia, no preciso dar la nota, estoy libre para dormir y levantarme a la hora que quiera, el Sol va a continuar naciendo de cualquier modo…
Ahí el gallo dio una carcajada de felicidad, que fue seguida por la de la lechuza, y luego quedó curado de su depresión; los padecimientos del alma se curan siempre cuando se aprende a reír de uno mismo…
Conté esta historia para tranquilizar a los muchos gallos, gallinas, patos, pavos y gansos, habitantes de gallineros, que se deben quedar horrorizados con mis contracantos, tan irrespetuosos de las cosas sagradas, tan desafinados, con una letra al revés de lo que todo el mundo aprendió y cree… Me imaginé que podrían tener miedo de que el Sol, en represalia por mi canto, dejara de nacer…
Espero que hayan percibido que esta historia es una parábola teológica sobre una de las cosas más lindas del evangelio, que dice que Dios es como el Sol que nace sobre los justos e injustos, o como la lluvia que cae sobre malos y buenos.
Yo se que eso parece injusticia, pues lo correcto sería que el Sol brillara sólo sobre los buenos. Lo correcto sería que la fuente, cuando el malvado anda cerca, se secara. Lo correcto sería que la lluvia sólo cayera sobre los justos.
¿Pero que puedo hacer? Lo que dice uno de los textos sagrados es que Dios no da la mínima bolilla al canto del gallo, si canta o si no canta, si canta bonito o canta feo –Él brilla de cualquier forma. Dios no cambia su modo de ser, por causa de nuestro modo de ser.
Eso quiere decir que la gente puede canta del modo que quiera. Tiene permiso para pensar lo que quiera. No hace diferencia. El Sol no se enoja. Creo que el Sol debe haberse muerto de risa, viendo aquella bandada de gallos bobos, cada uno convencido de la importancia de su propio canto.
Dios es así también: el encuentra divertidísimos nuestros cantos de gallo y nuestros cacareos de gallina (mucho rezo se parece a un cacareo, pues se queda repitiendo la misma cosa, sólo que el cacareo tiene más sentido, pues con él la gallina anuncia que puso un huevo, y en los rezos se quiere obligar a Dios a poner un huevo…) Como decía, Dios encuentra divertidísimos nuestros cantos y cacareos, y hasta pide un bis.
No estoy siendo irreverente con las cosas sagradas. Sagrado es Dios, mar profundo e infinito, floresta sombría y desconocida, montaña con sus abismos cubiertos de neblina… mi cuerpo y mi alma quedan ahí, ante el misterio que me cerca, en silencio.
Pero cuando oigo los cantos de gallo y los cacareos de gallinas, comienzo a reír. Y no es risa de maldad. Es risa de felicidad. Felicidad que, ante el misterio obscuro, nos sea concedida la gracia de la levedad: podemos pensar y hablar sin tener miedo. Cualquier que sea nuestro canto, el Sol brillará de la misma forma… Cuando se percibe eso, el pensamiento se mezcla con la risa, y comenzamos a volar…

miércoles, 3 de junio de 2009

del desprecio de Gondim

Ricardo Gondim es un pastor brasileño, bastante poco querido por varios, bastante querido y respetado por muchos.
En su sitio www.ricardogondim.com.br encontré esta, de las muchas joyitas que suele compartirnos.



DESPRECIO

Ricardo Gondim

Desprecio el rigor de los conservadores que desprecian la ética en nombre de la ortodoxia.

Desprecio la euforia de los pragmáticos que desprecian el contenido en nombre del éxito.

Desprecio la vacilación que los cautelosos que desprecian la conciencia en nombre de la conveniencia.

Desprecio el coraje de los demagogos que desprecian la realidad en el nombre de la reputación.

Desprecio la piedad de los religiosos que desprecian su propia humanidad en nombre de la idealización.

Desprecio la lealtad de los amigos que desprecian la afición en nombre de la ocupación.

Desprecio el discurso de los teóricos que desprecian la acción en nombre de la catequización.

Desprecio la iniciativa de los emprendedores que desprecian la vida en nombre de los emprendimientos.

Soli Deo Gloria

lunes, 1 de junio de 2009

cristianos evangélicos y evangélicos no cristianos

Algunos de los que amigos que pegan una pasadita por este blog se arriman solamente “de onda”, para ver ¿qué burrada habrá escrito ‘el Lubi’ esta vez? Y suelen ser conocidos cuya relación nos viene de la participación en lo que llamamos la iglesia evangélica. Pero si bien el contenido de esa definición suele estar bastante claro para los que están dentro de la misma, a la hora de determinar los límites de ella, las cosas se ponen más que difíciles. Y, respetando una conducta intachable de ‘viejo complicador de asuntos’, el Lubi viene a hacer una pregunta que para muchos es de respuesta rápida y ya resuelta hace tiempo, pero que para algunos puede resultar interesante planteársela.
Es la siguiente: ¿Existe dentro de lo que llamamos “la iglesia evangélica” una franja de teología, o de pensamiento, que es muy evangélica, pero muy poco o nada cristiana?
Reitero que no es una cuestión novedosa para muchos, pero hace unos días leí un correo electrónico de una chica que ofrecía a la venta una serie de ‘libros cristianos’ usados, en buen estado de conservación. Cuando ví los títulos y los autores hice fuerza para no responderle de inmediato. Pero después de unos días, al encontrarme otra vez con ese correo, no me aguanté más y le compartí mi opinión: estos libros no son cristianos, ni su contenido, ni sus autores. ¿Es todo mentira y trampa lo que dicen? No necesariamente. Pero un libro considerado como tal, como una unidad, propone una idea, un mensaje. La propuesta de estas personas (no leí todos estos libros, debo reconocerlo –casi con orgullo–), pero me animo a opinar que no proponen un mensaje en línea con lo que el cristianismo es.
Estos son algunos de los libros que ofrecía, si les interesa les consigo alguno...








































¿Cuál fue la respuesta de la vendedora de estos libros?
“Que bueno, porque ni en pedo piso una iglesia evangélica”
Todo dicho.