viernes, 5 de junio de 2009

el gallo, un relato acerca de gente que conozco

Otro relato de Rubem Alves de su "Teologia do Cotidiano". Lo recomiendo fervorosamente.

El gallo

Hay una historia del gallo que cantaba para hacer nacer el Sol, que ya conté en otro lugar y repito. Bien de mañana, todavía oscurito, él subía al techo del gallinero, hinchaba el pecho y anunciaba:
– ¡Voy a cantar para hacer nacer el Sol!
Todo el bicherío quedaba boquiabierto, pues creía que el gallo decía la verdad, y la prueba estaba bien presente delante de ellos. El gallo batía las alas, miraba firme al horizonte y ordenaba:
– Co-co-ri-có!
Y luego el Sol, obediente, iba apareciendo, rojo, todo luz, todo calor, todo se alegraba, y el bicherío agradecía al gallo su poder y su bondad.
Pero en verdad esto no resultó una cuestión pacífica. Que el Sol nacía por causa del canto del gallo, eso era dogma, quod semper quod ubique et quod ab omnibus creditum est –lo siempre creído, por todas partes y por todos, como dicen los doctores de la iglesia. Lo que era objeto de infinitas disputas era la partitura correcta –porque fuera del valle había interminable cantidad de gallineros, cada cual con su gallo, y cada gallo cantaba de un modo diferente. Estaba el garnise, que cantaba fino, con voz de tenor; estaba el gallo de pescuezo pelado, que explicaba diciendo que era tonsura sagrada, él era barítono, alargaba la última ce de co-co-ri-có; estaba el gallo de cresta roja y plumas púrpura, no se contentaba con cantar una sola vez, le gustaba oír su propia voz; estaba el gallo carijó, que cantaba manso, suave, hecho gregoriano evitando el trítono; estaba el gallo indio, teólogo de la liberación, de canto guerrero; cada uno cantaba de un modo diferente y afirmaba ser aquel el modo de hacer nacer al Sol.
El hecho era que todas las veces que los gallos se encontraban, la cosa terminaba en pelea, riña de gallos que se volvió hasta hoy deporte muy popular, cada cual intentando probar que su canto es el único y verdadero y el de los otros es falso. Nunca les pasaba por la cabeza que mejor sería hacer un dueto, incluso las palomas habían intentado innumerables veces organizar un coro ecuménico para poner fin a la pelea, inútilmente, porque los gallos no gustan de la polifonía, gustan justamente de su propio canto solista.
Pues aconteció que un día el despertador del gallo no sonó, se le pasó la hora y, cuando se dio cuenta, el Sol ya estaba allá en medio del cielo, con aquella sonrisa de felicidad, repartiendo luz y calor a todos los rincones del valle. Aquello fue un golpe al orgullo del gallo, entró en depresión, visitó a la lechuza, psicoanalista, le contó sus sueños. La lechuza una vez que lo oyó, no le prestó demasiada atención, y sólo le hizo una irónica puntuación lacaniana: Ya que el Sol nace aún sin su canto, ¿por qué no se deshace del despertador?
El gallo al principio no entendió. Pero a medida que iba comprendiendo empezó a sonreír: Deshacerme del despertador, el Sol va a nacer de todas maneras, mi canto no tiene tanta importancia, no preciso dar la nota, estoy libre para dormir y levantarme a la hora que quiera, el Sol va a continuar naciendo de cualquier modo…
Ahí el gallo dio una carcajada de felicidad, que fue seguida por la de la lechuza, y luego quedó curado de su depresión; los padecimientos del alma se curan siempre cuando se aprende a reír de uno mismo…
Conté esta historia para tranquilizar a los muchos gallos, gallinas, patos, pavos y gansos, habitantes de gallineros, que se deben quedar horrorizados con mis contracantos, tan irrespetuosos de las cosas sagradas, tan desafinados, con una letra al revés de lo que todo el mundo aprendió y cree… Me imaginé que podrían tener miedo de que el Sol, en represalia por mi canto, dejara de nacer…
Espero que hayan percibido que esta historia es una parábola teológica sobre una de las cosas más lindas del evangelio, que dice que Dios es como el Sol que nace sobre los justos e injustos, o como la lluvia que cae sobre malos y buenos.
Yo se que eso parece injusticia, pues lo correcto sería que el Sol brillara sólo sobre los buenos. Lo correcto sería que la fuente, cuando el malvado anda cerca, se secara. Lo correcto sería que la lluvia sólo cayera sobre los justos.
¿Pero que puedo hacer? Lo que dice uno de los textos sagrados es que Dios no da la mínima bolilla al canto del gallo, si canta o si no canta, si canta bonito o canta feo –Él brilla de cualquier forma. Dios no cambia su modo de ser, por causa de nuestro modo de ser.
Eso quiere decir que la gente puede canta del modo que quiera. Tiene permiso para pensar lo que quiera. No hace diferencia. El Sol no se enoja. Creo que el Sol debe haberse muerto de risa, viendo aquella bandada de gallos bobos, cada uno convencido de la importancia de su propio canto.
Dios es así también: el encuentra divertidísimos nuestros cantos de gallo y nuestros cacareos de gallina (mucho rezo se parece a un cacareo, pues se queda repitiendo la misma cosa, sólo que el cacareo tiene más sentido, pues con él la gallina anuncia que puso un huevo, y en los rezos se quiere obligar a Dios a poner un huevo…) Como decía, Dios encuentra divertidísimos nuestros cantos y cacareos, y hasta pide un bis.
No estoy siendo irreverente con las cosas sagradas. Sagrado es Dios, mar profundo e infinito, floresta sombría y desconocida, montaña con sus abismos cubiertos de neblina… mi cuerpo y mi alma quedan ahí, ante el misterio que me cerca, en silencio.
Pero cuando oigo los cantos de gallo y los cacareos de gallinas, comienzo a reír. Y no es risa de maldad. Es risa de felicidad. Felicidad que, ante el misterio obscuro, nos sea concedida la gracia de la levedad: podemos pensar y hablar sin tener miedo. Cualquier que sea nuestro canto, el Sol brillará de la misma forma… Cuando se percibe eso, el pensamiento se mezcla con la risa, y comenzamos a volar…

4 comentarios:

  1. Dos observadores miran el mismo fenómeno: el desplazamiento diurno del sol a través de la bóveda celeste. Ambos explican el fenómeno con sendas teorías, ambas pletóricas de imaginación e inteligencia, pero la una contradice a la otra. Ambos están de acuerdo en algo, lo que entienden por verdad y en el método que usan.
    Los gallos que se describen y el narrador mismo, ¿estarán conscientes de ello? ¿Qué concepto de verdad se usa en teología? Aunque estos ya no son problemas teológicos, sino de los supestos filosóficos de la teología. ¿Cómo pretender hacerse entender con el que piensa diferente si no le esclarecemos primero nuestros presupestos filosóficos implicitos en nuestra teología? y ¿por qué tiene que aceptar el otro esos supestos?
    También el narrador parece imponer sus supuestos. Afirmar algo implica negar muchas otras cosas. En filosofía no hay certezas, habría que investigar si se puede ser feliz sin certezas, tal vez un estudio psicológico inicial sería conveniente. Aunque yo puedo pensar igual que el narrador de los gallos sobre la psicología o cualquier campo de estudio.
    ¿Cuál debe ser la actitud cristiana ante el otro, que piensa diferente a mi en teología?
    Hay una moral cristiana, pero ¿podrá haber una ética cristiana? si no la hay ¿cómo válido las diferentes éticas cristianas? Una vez más en filosofía no hay certezas. Las preguntas permanecen, las respuestas cambian. Sólo la palabra de Dios permanece para siempre, ¿quién la entenderá?

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  2. me parece interesante tu comentario, sólo que me parece que el propósito de la historia no trata sobre la validez y la validación de las diferentes posturas sino sobre la improcedencia de poner el énfasis en esa cuestión. De todas maneras no es ese texto un ensayo teológico ni filosófico, sino una pieza literaria. Con implicancias teológicas y filosóficas, pero es una pieza, en primer lugar, artística. Y creo que si algo deja en claro la propuesta es la respuesta a tu pregunta ¿cuál debe ser la actitud cristiana ante el otro? Dado el contexto general no cabe ni "matar" al otro, ni dogmatizar mi postura.

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  3. Tienes razón. Mis comentarios son reflexiones sugeridas por el cuento, muchos otros podrán hacer lecturas diferentes del mismo.
    Cada uno elije amar al projimo o no; y en el amarlo cabe no matarlo ni imponerle mis posturas teologicas.
    Es grato saber que aunque pensamos diferente en algunos puntos -no pienses mal, también me agradas cuando piensas diferente a mi-, hay identificación en otros.
    Te agradezco tus sospechas Hector Moreno y que Dios realice en ti su idea de ti.

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  4. Un gran abrazo, José Luna. También me agradan mucho tus comentarios coincidamos o no, especialmente cuando no coincidimos y tus planteos me hacen pensar por qué.

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