domingo, 21 de junio de 2009

El día de los Gigantes Tenues

En Argentina se celebra por estas horas el día de la bandera. Se recuerda el fallecimiento de su creador, y la mayoría de los actos y efemérides refieren a la persona de Manuel Belgrano, más que a su creación. Lo cual no deja de ser una contradicción más de los argentinos: ¿Por qué no hicimos el día de Belgrano para recordar a Belgrano, y el día de la bandera para recordar la bandera? De todas formas no era de esto lo que quería comentar.
¿Qué es una bandera? No me refiero, obviamente, a la tela con diferentes colores que representan una idea o una consigna. Las banderas son, principalmente, símbolos. Pero, además, de las diferentes acepciones de la palabra, uno de los usos que tiene bandera, es el de insignia, el de signo que representa todo un conjunto de valores, intenciones, propuestas. Así hay personas, instituciones y hasta palabras que, en determinados momentos, también se vuelven banderas porque se transforman en portadoras de un conjunto de cuestiones.
Siento nostalgia de esas banderas. Me parece (tal vez equivocadamente, no lo se) que cada vez existen menos de esas banderas que aglutinaban voluntades y que unificaban direcciones. Existen cada vez más banderas, o más símbolos, pero que cada vez representan a sectores más y más reducidos. Hay, sí, otras banderas de extensa aceptación general (el lucro, el propio placer, la comodidad, etc) pero a las que las personas seguimos con vergüenza, a escondidas, casi como una traición a las que reconocemos como banderas válidas, dignas.
Es también, en Argentina, el día del padre, este domingo 21 de junio.
Y me pasa lo mismo que con la bandera. No puedo dejar de celebrar y conmemorar la fecha. Pero tengo que hacerlo con un dejo de melancolía por otros tiempos. No porque todo tiempo pasado fue mejor, sino porque en aquel tiempo pasado yo fui mejor, y el mundo era mejor para mí. Todavía soñaba con la posibilidad de avanzar empuñando muchas de las banderas que ahora veo ajadas y pisoteadas por tantos, incluso por mí mismo. Todavía confiaba en la sabiduría ilimitada y la omnipotencia de mi papá, derrocadas hoy, incluso, por mí mismo. Todavía creía en el poder de las banderas y la fuerza del brazo de papá.
Hoy nos canta Juancito Baglietto esta canción de Fandermole que nos invita a seguir soñando con el día en que perdamos el miedo al movimiento y al dolor, no esperemos soluciones mágicas, nos convenzamos que la vida esta hecha de muerte, de pasión y de azar.
¿Seguirá siendo posible... todavía?

Yo digo que mis ávidos amores
son fuertes y viven más que yo,
son gigantes tenues como flores
que alientan a este turbio corazón.
Los alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar;
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra que se va.


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