lunes, 14 de septiembre de 2009

Barriletes

El pasado fin de semana nuestra localidad vio su cielo pintadito de colores merced a las virtudes de la barrileteada que aquí tuvo lugar. Un concurso en el que la invitación era a construir el barrilete propio y sumarse el sábado por la tarde a remontarlo, junto con todos los que se engancharan con la propuesta.
Un día espléndido. Muchos chicos. Muchas risas. Algunas corridas y contratiempos. Memorable.
Septiembre es un mes ventoso, aquí, en e
stas tierras del sur de nuestro malherido planeta. Y, por tal motivo, es el mes de los barriletes, al menos en Argentina. Y el cielo se pinta de manchas hexagonales, triangulares, amorfas, fosforescentes, policromáticas, caóticas, preciosas…
Esta jornada de diseños y colores me condujo a estas acerca de la mecánica de funcionamiento del barrilete.
¿Cómo funciona un barrilete? ¿Por qué funciona? ¿Qué lo hace andar y remontar, y elevarse, y permanecer allá arriba astro doméstico? La resistencia. La oposición. La fuerza que tira de él, que le propone rumbos
resistidos por quién, en la otra punta del hilo, lo mantiene dependiente de su propósito y voluntad.
Lo que hace que el barrilete sirva, que funcione como tal (al menos el modelo de barrilete que nosotros manejamos), es el viento –que, cuanto mas recio, mejor–, y la resistencia. Un panel liviano, resistiendo a l
a fuerza del viento. Una voluntad que desde un hilo se niega a que aquel panel se deje llevar por la corriente. Y el panel erguido, con una estructura más o menos consistente que le da forma y estabilidad, desde el aire, permaneciendo, aguantando el embate.
Algún descuido en la confección resulta fata
l, o limitante, para el barrilete. Si su estructura es muy pesada, no se va a levantar a menos que haya viento muy fuerte. Si los hilos no están bien calibrados no va a tener estabilidad en el aire. Si la estructura no es sólida el viento lo puede quebrar. Detalles que parecen menores, pero que en medio de la lucha de ese panel contra el viento, se ponen a prueba y son escrutados con total severidad. El color, la forma, los accesorios, resultan atractivos a la vista, pero no influyen a la hora de comprobar la validez de ese vuelo, de esa resistencia, de ese testimonio de oposición y voluntad.
El barrilete existe porque hay viento. La resistencia a seguir la corriente, la identidad y la individualidad, la búsqueda deliberada de evitar la repetición de lo aquello a lo que la mayoría se suma, no niega, no debe negar, la existencia y la validez de esa situación, de esa corriente. Es esa corriente la que mantiene mi barrilete en alto, y la que me reclama una estructura firme y una aplicación pertinente a esa realidad.
Mi resistencia a dejarme llevar por la corriente, a oponerme a la que todos quieren o esperan de mi, vale en función de una propuesta que mejore o que invalide lo ya existente. Que vaya más allá en el alcance de su respuesta, de su eficacia, o de sus posibilidades. Y vale si considero de m
anera constante, crítica y creativa, la estructura de mi posición, la firmeza, la consistencia, más que vistosa u original, válida y superadora, de mi postura.

esa imágen la tomé de este enlace

A propósito de barriletes y de esa imágen... ¿escuchaste a Divididos haciendo Spaghetti del Rock?

3 comentarios:

  1. En México les decimos "papalote" pues nos quedamos con una raíz náhuatl "papalotl" que significa mariposa.

    Los papalotes son garantía de buenas experiencias y buenos recuerdos. Son uno de esos objetos que poblan mi patria-infancia.

    Saludos

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  2. qué lindo eso que decís, Carolina. Un día me impactó oír -y coinicidir- con esa idea: "la patria es la infancia".
    seguimos jugando a barriletes/papalotes/cometas, etcéteras: resistiendo a las tempestades, viento en contra.
    ventosos saludos

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  3. Soplenme la vela manga de perros

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