sábado, 5 de septiembre de 2009

Algunas intuiciones sobre la religión

Ricardo Gondim es un creyente brasileño al que hace tiempo sigo a través de su site www.ricardogondim.com.br. Aunque es muchas otras cosas no todo se puede afirmar categóricamente acerca de él ya que es teólogo, pensador, pastor, abuelo, deportista, lector, marido, amigo, indagador, y muchas otras cosas más allá de sus títulos académicos, oficinas asignadas, o marbetes impuestos.
Sus pensamientos son siempre desafiantes en los mejores sentidos. Nos inquietan y nos impulsan a ir por más. Cuestionan, pero
desde la proximidad, desde la cercanía que provoca un amigo que nos quiere bien. Del tío querido que en una sobremesa te enseña y te abraza sin ponerse en un pedestal, sentado en la silla petisa de la cocina. Nos pasea por la fe, la familia, la nación, la política, la filosofía, los afectos, la iglesia, las emociones, la vida. Nos acompaña (sin saberlo) en esta sospecha que aquí intentamos.
Pues bien, hace unos días publicó unas líneas en las que cerraba un pequeño epistolario que mantenía con un lector suyo. Y me impresionó la breve lista de tres aseveraciones que aventura, y que no me resistí al deseo de compartirlas en este rincón.
  • Dentro del ámbito religioso la verdad es mucho más sentimental de lo que nos imaginamos. Las personas realmente se aferran a las creencias debido a lazos familiares, culturales y afectuosos. Filtramos nuestras creencias con nuestros gustos y desagrados. La historia de cada uno consolida su fe. La cuna, nido primordial, produce cátedras. El regazo materno, génesis de la seguridad existencial, genera tendencias que sedimentan las creencias. Ningún argumento consigue desplazar presupuestos emocionales. Nadie abandona el piso que le brinda apoyo emocional, convencido por un razonamiento lógico.
  • La religión no sobrevive de verdades, sino de redes de significado. Cuando la doctrina y la vida chocan, adivine ¿quién pierde? Yo respondo: la doctrina. Las afirmaciones categóricas de la religión son explicadas, moldeadas y adaptadas ante las contingencias existenciales. Las tragedias exigen que las doctrinas sean resignificadas para encontrar una explicación que salve de la locura. En momentos críticos, todas las personas se sienten libres de ser paradójicas, ambiguas y contradictorias. Por lo tanto, usted y yo responderemos a las dificultades con contenidos íntimos; contenidos que elaboramos y que forman nuestra red de sentido. Los tratados de teología, las clases de catecismo y los credos sirven para disputas de escuela dominical, para seminaristas enceguecidos y para el pastor que se considera guardián del templo. En el momento en que se necesite combatir la desgracia, las personas no dudan en buscar refranes, supersticiones, y hasta creencias populares. Ya se ha dicho que “no hay ateos en las trincheras”, pero me gustaría añadir: “ni creyente ortodoxo”.
  • Sólo ahondamos en aquello que nos importa. Cuando la agenda no encaja, los ojos se deslizan sobre las palabras y sobran los bostezos. No, no lo culpo, ni siquiera lo apunto. Solamente certifico. Usted no mostró ningún interés real, porque nos devoramos lo que amamos, profundizamos en lo que nos intriga.


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