jueves, 19 de abril de 2012

un toque



Veredas ocres y amarillas crujen bajo sus otoñales pasos. Desprolijos abrazos del sol entibian los fatigados hombros que no entienden, pero saben. El paisaje se extiende más allá inútilmente, sin lograr ser sino un montaje ocioso, porque todo lo que cuenta se fundió en la densidad de aquella postal que abril le deparó casi compulsivamente.
Esa mañana luminosa se clavó en su memoria como cuña para erigirse en hito, en obelisco, en altar… en señalador que le recordara para siempre que aunque ayer lloró, y mas tarde va a hacer frió y mañana va a llover, sin embargo hoy, (en la eternidad de ese instante, ayuno de herramientas, estrategias y poderes, por obra y gracia de la prepotente esperanza), hoy es posible



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