lunes, 4 de enero de 2010

Regalito de Año Nuevo

Uno va acumulando algunos tesoros que con el tiempo fueron quedando (como bien describe el ganial catalán) en un rincón, en un papel o en un cajón. También van quedando, algunos, en alguna carpeta de 'Mis documentos'. Me pareció piola desempolvar y compartir este poema lleno de vida, de esperanza, de compromiso, de pasión profética, que quedó guardadito en un rincón de mis afectos. Suelo recurrir a él en tiempos complicados, y ojalá les inspire las mismas fuerzas que a mi. Dejo aquí este regalito de Año Nuevo, Reyes, y de Porque Sí.

NUESTRAS LEALTADES

Porque él venció, en la muerte, la conjura
de las malignas fuerzas de la historia,
seguimos no a un héroe ni a un mártir,
seguimos al Señor de la victoria.
Porque él al pobre levantó
del lodo
y rechazó el halago del dinero,
sabemos dónde están nuestras lealtades
y a quién habremos de servir primero.

Porque él habló de cruz y la cargaba;
de senda estrecha y la siguió sin pausa;
seguir sus huellas es nuestro camino,
con él sembrarnos: esa es nuestra causa.
Porque él habló del Reino sin c
ansancio
y nos llamó a buscarlo una y mil veces;
debemos hoy, entre mil reinos falsos
buscar el único que permanece.

Porque él es el Señor del universo,
principio y fin del mundo y d
e la vida,
nada ni nadie usurpará su trono
ni detendrá su triunfo y su venida.

Por eso, pueblos de esta tierra hermosa,
que han conocido siglos de opresiones,
afirmen sus espaldas ag
obiadas
y eleven al Señor sus corazones.

Y todos los cristianos, sin distingos,
que hemos usado en vano el Nombre Santo,
enderecemos presto los caminos,
antes que nuestras risas se hagan
llanto.
Porque él vendrá por sendas conocidas
o por ocultos rumbos ignorados,
y hará justicia a pobres y oprimidos
y destruirá los antros del pec
ado.

Y entonces sí, la iglesia verdadera,
la que dio santos, mártires, testigos,
y no inclinó su frente ante tiranos
ni por monedas entregó a sus hijos,
ha de resplandecer con esa
gloria
que brota no del oro ni la espada,
pero que nace de esa cruz de siglos
en el oscuro Gólgota encla
vada.

Federico J. Pagura

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