jueves, 17 de diciembre de 2009

la música de Luis


Luisito es el tecladista estrella de nuestra congregación. No tiene mucha idea de música. Sólo toca el “feliz cumpleaños” de memoria y le faltan un par de notas para completar la melodía. Cada domingo, apenas llega al templo coloca su tecladito en una mesa dispuesta para él en el frente del salón, e interpreta unas improvisaciones ininteligibles para la mayoría de nosotros, limitados en nuestra capacidad de comprensión emocional. Un par de veces, en el transcurso de la reunión, hay que pedirle que baje un poco el volumen de su instrumento porque, aunque para él debe sonar angelicalmente, desconcentra a cualquiera que intente seguir mínimamente la melodía que estamos cantando. Aún así hace años que seguimos con esta práctica ya que todos en la iglesia lo tenemos naturalizado, no tanto por nuestra tolerancia hacia Luis, sino porque su presencia y su “particular estilo” son de una inspiración que nos ayuda más que una sinfonía compuesta para la exaltación divina. Su entrega supera con creces la calidad de la adoración de todos nosotros.
Luisito tiene una discapacidad mental fruto de los golpes que recibió de chico. También tiene dificultades motrices y habla con la voz muy baja, como susurrando. Vive en un geriátrico que funciona en el hospital de nuestra localidad, y es uno de los más fieles asistentes a nuestras reuniones.
También es compañero de uno de nuestros hijos, en la escuela de dibujo. Es un alumno añejo en la institución y recibe cada fin de cada año las felicitaciones por sus preciosos dibujos, y el premio que ven en sus manos, por la fidelidad y el esfuerzo, además de los progresos en su capacitación.

Durante el acto de graduación de este año tuvo lugar el acontecimiento que intento narrar en estas líneas.
Luisito se prestó muy contento a que le tomaran esta foto. Se sintió halagado de ser el protagonista de esta toma. Pero unos instantes después, en medio de una melodía que sonaba deliciosa, Luisito se acercó a la eventual fotógrafa.
-¡Qué lindo! –dijo el susurro de Luis.
-Sí, qué lindo todo ¿viste Luis?
-Sacale una foto –solicitó nuestro artista, señalando pesadamente hacia la dirección en la que estaba el centro de la actividad, la gente, la muestra, los saludos.
-¿A qué querés que le saque la foto? ¿A la gente? ¿A los dibujos?
-No. Sacale una foto… ¡a la música!

7 comentarios:

  1. que emotivo cumpa! te pido permiso para publicarlo

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  2. Hermoso! pienso que la música de Luisito debe ser especialmente angelical y para personas sensibles que puedan entender su forma de expresar el amor. Imagino que solamente una persona que ama mucho, se brinda con tanta ternura y fidelidad.
    Tal vez sea su apasionamiento lo que lo lleva a desbordarse y a subir el tono, nada que no se pueda solucionar con cariño.

    Una foto a la música...

    a lo mejor quería oirse...¿Nunca lo grabaron?

    Amoroso Lusito que aún sin conocerme me regaló un dulce momento, y que me hizo sonreir con su ternura.

    Un abrazo para el artista y también para vos.

    Gracias!

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  3. adelante Claudio, haga uso y abuso nomás.
    gracias Safiro por compartir tus sensaciones respecto a lo que te despierta este don de Dios que nosotros disfrutamos más cotidianamente

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  4. Gracias por compartir estas tonadas y músicas. Un abrazo.

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  5. Ahí es nada, venga fotógrafa a ver cómo eres capaz de captar la instantánea de la música... jejeje.

    Es una enorme alegría conocer a Luisito, por fin, después de haberme hablado alguna vez de él ahora ya tiene cara, me encanta.

    Y ciertamente, por lo menos en mi caso, me es mucho más accesible acercarme a Dios a través de estas personas. Son un mundo aposianante que nunca dejas de descubrir.

    Muchos besos querido amigo.

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  6. Pareciera, Ruth, que para Dios también es más fácil hacerse conocer a traves de los "Luisitos".
    Un abrazo

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