miércoles, 4 de mayo de 2011

Chau, bis


otro "pariente" homenajea a Sábato con el recuerdo tierno.

MI OTRO PADRE
Se murió. Y sí, se murió Ernesto, mi otro padre. A sus casi cien años morir no es una sorpresa pero no es menos pena. Acaso más tranquila ya que es natural a la vida que alguna vez termina.
Me enseñó- y no significa que aprendí- a no ser ingrato, a no ceder a la frivolidad, a no escribir sin sentimiento, a no privilegiar la vigilia sino el sueño. Y a no subir un escalón más si todavía no pisé fuerte el esca
lón de abajo. Junto a él compartí momentos de los cuales siempre me llevé algo, y no sé si lo compensé con alguna migaja.
Es la historia la que después teje la ubicación del muerto en este o aquel lugar, o lo desvanece o lo sepulta. La historia –se sabe- es injusta e imperfecta y se cuelan en ella conspiraciones que no siempre la verdad resiste. Hay en la historia héroes que deberían ser villanos. Si por mí fuera a Ernesto lo ubicaría alto. En la literatura, en el pensamiento, en el humanismo y en la política.
De alguien que vive casi toda una vida en la misma y sencilla casa, en Santos Lugares; en el mismo barrio, junto a los mismos vecinos y a los mismos árboles y plantas; de alguien que amó a los perros y los gatos, a los pájaros, a los escarabajos mínimos y los terrones de tierra de su j
ardín siendo millonario de tentaciones y de rangos, no hay que dudar: hay que cerrar los ojos y entregarse.
Siempre lo vi usar durante décadas el mismo par de zapatos porque le gustaban. Es un hombre. Insisto, no “fue” un hombre sino que “es”. Porque deja su molde entre nosotros.
No hace falta ser culto ni erudito –pero hace falta ser justo- para darse cuenta que era excepcional como es excepcional en la fauna un ejemplar que aún arriesgándose y exponiéndose, y sin traicionarse, inscribe su marca entre muchas. Su récord de supervivencia no es un dato
menor: “voy a vivir hasta los cien años. Tengo sangre albanesa”, decía cuando ya tenía ochenta. Le faltaron dos meses para cumplir el siglo y nadie podrá decir que no culminó su proeza etárea.
Cuando con Borges estuvieron uno frente al otro en 1974, estando yo allí como testimonio, sé de su conciencia del genio del otro, sé de su comprensión de las diferencias vitales que les concernían y de cómo prefirió superarlas para acentuar las coincidencias. En tanto tiempo transcurrido se le murieron su mujer y un hijo; se le murieron perros y plantas y vecinos del barrio. La larga vejez deja en solitario porque los de su gener
ación se mueren antes. Era fuerte como una fibra vegetal y tierno como un campesino sin hectáreas. Alcanzó la hazaña sin igual de cruzarse de las altas matemáticas a la alta estética literaria.
Escribió ficciones y ensayos, tangos, poemas, cuentos, testimonios y crónicas. Fue fotógrafo y pintor, actor y jardinero. Le resultó natural ser un hombre. Lo único que no fue es mediocre.
Orlando Barone, 1 de mayo de 2011.
una linda sinopsis rapidita AQUI

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