miércoles, 16 de febrero de 2011

sacudiendo la modorra

Ed René Kivitz es un tipo muy interesante, que viene a complicarnos la vida con cuestiones que nos dejan a la deriva en más de un aspecto. Pero que busca siempre sumar, construír, encontrar caminos que nos alejen de algunas cuestiones viciadas de obsolecencias pero en la procura de alcanzar mejores puertos. Un tipo duro y lúcido.
Esta cita está tomada del blog que traduce Gabriel Ñanco, llamado Otra Espiritualidad y que actualmente está un poco desactualizado, pero quien no lo conoce va a encontrarse con cosas muuuuuy interesantes.


NUESTRO DESTINO por Ed René Kivitz

Una de las cosas más estúpidas que creí, en términos de religión, fue que la composición de la población del cielo podía ser mensurada por el número de personas que dieron el “sí” a un llamado de conversión a Jesucristo hecho en base a la tradición del cristianismo protestante evangélico angloamericano. Traduciendo: si tú crees que irán al cielo solamente las personas que aceptan a Jesús como salvador después de oír el evangelio predicado a partir de la cultura angloamericana, entonces estás en problemas: tu cielo es demasiado pequeño; tu Dios es demasiado pequeño; tu Cristo es demasiado pequeño; tu evangelio es demasiado pequeño; tu Espíritu Santo es demasiado pequeño; tu universo de comunión es demasiado pequeño; tu proyecto existencial es demasiado pequeño; tu peregrinación espiritual es demasiado pequeña.
Es urgente que se articule otra manera
de convocar a las personas para que se dirijan camino al cielo. Una convocatoria que considere que “no todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo” – palabras de Jesús. Una convocatoria que resignifique el concepto de cielo, que debe dejar de ser un lugar geográfico en otro mundo para donde se va después de muerto, para significar una dimensión de relación con el Dios Eterno para la experiencia continua del proceso de humanización: estar en Cristo, ser como Cristo, ser Cristo. Con eso quiero decir que el llamado para aceptar a Jesús como salvador como credencial para ir al cielo no es la mejor convocatoria. La mejor convocatoria espiritual cristiana no es una migración de un lugar para otro, sino de un estado de ser para otro. Nuestro destino no es el cielo. Nuestro destino es Cristo. Y estoy convencido de que mucha gente va a llegar allá aunque nunca hayan escuchado el plan de salvación desarrollado por los teólogos sistemáticos angloamericanos.

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