martes, 12 de octubre de 2010

Octubre


Hace unos días atrás, en una preciosa y primaveral tarde de Octubre, estaba trabajando en una tarea que realmente disfruto y hago bien. Mientras tomaba unos mates riquísimos, que también disfruto y hago bien. Escuchando y saboreando un poco de la música que me gusta. Me dejaba llevar y traer por ideas y emociones propias y ajenas que salían de los parlantes y de los rincones y de los muebles que lustraba. Y una corriente de viento fresco que aparejaba la tarde para que yo me la calzara.
Y sin darme cuenta, esa tarde, volví a creer. No me pregunten por qué, ni cómo, ni nada, no me preguntes nada. Esa tarde, otra vez, creí.

Creí que lo que uno hace en silencio y en milimétrica escala, tiene importancia y valor.
Creí que lo que hacemos con y por amor, realmente influye en la construcción de una realidad superadora.
Creí que la justicia y la paz se van a besar un día.
Creí que voy a ser capaz de escuchar, comprender y disentir, sin dejar de valorar y querer a mi disidente.
Creí que el conocimiento, la dedicación y la capacidad serán recompensados.
Creí que el temeroso y el pusilánime serán castigados con el olvido más feroz.
Creí que podemos crear comunidades que procuren
bendecir y ser buenas noticias a otros desde su vivencia cotidiana de servicio y no desde una retórica autoritaria.
Creí que soy capaz de soñar con mejores horizontes que mi propio bienestar.
Creí que puedo luchar por alcanzar sueños conjuntos al lado de otros, con la misma fuerza que pongo por mis propios intereses.
Creí que las dudas, cuestionamientos, y oposiciones tienen cabida en el progreso de la causa, y no sólo la obsecuencia y el seguimiento ciego.
Creí que la vida es misterio a transitar y no recetas a aplicar para sojuzgarla.
Creí que el miedo y el dolor no van a condicionar mi futuro.
Creí que mis hijos van a ser mejores que yo, y van a habitar y a crear un mundo mejor que el mío.

Y la tarde pasó.
Y la brisa vespertina se hizo noche.
Y la música, y el mate, y las manos en la madera se llamaron a silencio.
Pero me quedaron las ganas, al menos las ganas, de seguir creyendo.

3 comentarios:

  1. Felicitaciones, recien te escuche en la Radio, es estilulante tu escritura, dolorosa y mordaz de una realidad que no nos puede ser indiferente, segui adelante lo haces muy bien!!!

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  2. Me olvide de decirte que creo que te gustaria conocer un poeta argentino que murio hace poco pero que ademas de poeta como vos era filosofo, vas a poder encontrar mucho de él en la red se llama ROBERTO JUARROZ, buscalo seguro reconoceras sentimientos tuyos en sus poesias, hasta pronto

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  3. hola, Susana. Gracias por tus comentarios, aunque me temo que debes estar errando en algún punto. no creo que me escuches en la radio ya que estoy en un pueblito en el interior de la pcia de Buenos Aires y ahí tengo un programita muy chiquito que no esta relacionado con este blog. de todas maneras me voy a agarrar el consejo de buscar a Roberto Juarroz. de todas formas te invito a que sigas visitando el blog. un abrazo

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