miércoles, 10 de abril de 2013

¿Un papa argentino?????


La "fumata blanca" saliendo de la chimenea de la Capilla Sixtina del Vaticano anunciaba que la Iglesia Católica tenía un nuevo Papa. El argentino Jorge Mario Bergoglio, había sido elegido para suceder a Benedicto XVI, y se convertía así, tras sorpresiva designación, en el primer latinoamericano en ser escogido para tal honor, en los más de 2000 años de fe cristiana.

La primera reacción fue la sorpresa y después tuvieron lugar la alegría y la expectativa favorable por la elección del (ex) cardenal primado de la Argentina como nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, devenido en el “Papa Francisco”.

“¡Un Papa argentino!”, “¡un Papa nuestro!”, fueron las expresiones que precedieron a las manifestaciones de felicidad por comprobar que por primera vez en la historia era elegido alguien de estas tierras para desempeñar tamaña responsabilidad.

Pasada alegría inicial, la euforia continúa vigente… ¿Qué es lo que provoca tanta expectativa en la gente? ¿A qué obedece tanta ilusión que genera esta designación en los millones de católicos –y también en no católicos– de la Argentina?

Supuestamente, un Papa argentino entiende nuestros problemas como otros no son capaces de hacerlo. Se supone que alguien surgido de entre nosotros va a ver los problemas con una perspectiva diferente, una mirada como la nuestra. Se espera que un Papa surgido de estos pagos será capaz de comprendernos, de entender nuestras problemáticas, de ponerse a nuestro lado y trabajar en la solución de nuestras cuestiones de una manera singular, mas efectiva y mas auspiciosa que alguien que no nos conoce, que no nos comprende, que no entiende nuestra realidad como lo hacemos nosotros.

Este razonamiento parece bastante lógico. Si así sucediera creo que la alegría que tantos argentinos expresan estará bien justificada.

Lo que parece difícil de comprender es que esa alegría y esa expectativa tan favorable no se hubieran manifestado mucho antes de la elección de un argentino como Papa. La Biblia nos dice que desde antes de que Bergoglio fuera designado como Sumo Pontífice de la Iglesia, tenemos otro Sumo Pontífice capaz de comprendernos, capaz de entender nuestra problemática y de trabajar a nuestro lado para transformar nuestra realidad en una mas justa y mas acorde a las posibilidades de desarrollo y crecimiento de todos. 

La Biblia dice:

Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos (Hebreos 4:14-16).

Por lo tanto si queremos alguien que nos comprenda y nos acompañe, si buscamos alguien que nos entienda y se identifique con nuestros problemas, si esperamos que alguien “se cargue al hombro” nuestra causa y se juegue para ayudarnos a encarar nuestros desafíos y nos acompañe en la lucha por la transformación de nuestro entorno en uno mejor, busquemos al primer Sumo Sacerdote que se identificó con nuestras problemáticas, que se alzo sobre nuestros enemigos y que nos abre las puertas de su gracia: busquemos a Jesus.    

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