Marcos sale de casa con su mamá y en seguida se ponen a repartir unos últimos saludos a algunos vecinos y amigos, antes de volver a juntarse para la cena de nochebuena.
Todos los años hacen más o menos lo mismo. Preparan las cosas temprano, y antes de la cena visitan a alguna gente querida, toman unos mates con ellos al calor de la tarde de diciembre, celebran algún brindis, abrazos que van y vienen, saludos y buenos deseos con los amigos de todos los años.
En casa ya está todo listo: los arreglos de la mesa, la comida que van a compartir, y un par de paquetitos con regalos para los más chicos. Marcos creó escuchar por ahí que hasta es posible que este años haya helado para el postre, porque su papá estuvo haciendo algunas changas y así entró un podo más de dinero a la familia, para permitirles disfrutar de “ese lujo” no muy habitual en su casa.
Pero al pasar por la vereda de la casa de Martín (un compañero de fútbol), reciben el saludo de la gente de la casa y la invitación a pasar y compartir con ellos unos minutitos.
Una vez adentro, marcos se queda mudo. No le alcanzan los ojos para apreciar todos los brillos, luces y ornamentos dispuestos para la ocasión. Pero lo que más alo asombra es la abundancia de la mesa que espera para la cena. ¡Qué cantidad de vajilla, comida, bebida, confituras, postres, exquisiteses…! Así que Marcos, finalmente, saca sus conclusiones y pregunta: ¿Toso eso van a comer? ¿Tanta hambre tienen?
Es evidente que no vamos a comer tooooooodaaaaa esa comida, ni necesitamos semejante parafernalia para una cena. Es evidente que hay una necesidad interior que estamos intentando llenar con fiesta, con ruido, con comida, con gastos exagerados y abundancia de palabras vacías.
Podes seguir intentando llenar tu vacío con regalos, con placeres, con vicios, con afectos, con cuestiones sanas o dañinas. Pero tan solo al invitar a Jesús a ser el Señor de tu vida vas a experimentas la saciedad e esa angustia profunda, íntima, existencial, que Dios quiere resolver en vos, y que necesitás suplir para alcanzar tu verdadera dimensión humana.
¡Que esta navidad sea la fiesta del alimento eterno para tu corazón, y del bridis por la felicidad nacida en tu corazón por el pan de vida, viviendo en vos!
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