miércoles, 23 de diciembre de 2009

Saludito con el almanaque en la mano

Ayer entré a un negocio que frecuento pero no demasiado. Sin embargo suelo charlar un poco con las chicas y los muchachos que atienden allí. Cuando salía del negocio, la chica que estaba al mostrador me deseó que, "por las dudas que no nos volvamos a ver", pueda tener yo felicidades, en relación a las fiestas que están en puerta. Me gustó el gesto, pero no me termina de convencer el hecho que necesitemos una excusa así para obsequiarle buenos deseos a los demás. Si al menos estas fiestas nos sirven para tener esa disposición hacia aquellos con los que convivimos, nos habrán servido, mínimamente, para obsequiar buenos augurios. Deberíamos hacer de esto un punto inicial para que podamos extendernos más allá de la circunstancia podeamos desearnos y hacernos el bien, más allá de lo que determine el almanaque.

Con esta imágen (cuyo autor desconozco, pero a quien felicito) quiero saludar a todos los eventuales sospechantes que pasen por este rinconcito en estos días y acercar mis saludos no sólo para la navidad, sino, especialmente, para el resto de del año.

jueves, 17 de diciembre de 2009

la música de Luis


Luisito es el tecladista estrella de nuestra congregación. No tiene mucha idea de música. Sólo toca el “feliz cumpleaños” de memoria y le faltan un par de notas para completar la melodía. Cada domingo, apenas llega al templo coloca su tecladito en una mesa dispuesta para él en el frente del salón, e interpreta unas improvisaciones ininteligibles para la mayoría de nosotros, limitados en nuestra capacidad de comprensión emocional. Un par de veces, en el transcurso de la reunión, hay que pedirle que baje un poco el volumen de su instrumento porque, aunque para él debe sonar angelicalmente, desconcentra a cualquiera que intente seguir mínimamente la melodía que estamos cantando. Aún así hace años que seguimos con esta práctica ya que todos en la iglesia lo tenemos naturalizado, no tanto por nuestra tolerancia hacia Luis, sino porque su presencia y su “particular estilo” son de una inspiración que nos ayuda más que una sinfonía compuesta para la exaltación divina. Su entrega supera con creces la calidad de la adoración de todos nosotros.
Luisito tiene una discapacidad mental fruto de los golpes que recibió de chico. También tiene dificultades motrices y habla con la voz muy baja, como susurrando. Vive en un geriátrico que funciona en el hospital de nuestra localidad, y es uno de los más fieles asistentes a nuestras reuniones.
También es compañero de uno de nuestros hijos, en la escuela de dibujo. Es un alumno añejo en la institución y recibe cada fin de cada año las felicitaciones por sus preciosos dibujos, y el premio que ven en sus manos, por la fidelidad y el esfuerzo, además de los progresos en su capacitación.

Durante el acto de graduación de este año tuvo lugar el acontecimiento que intento narrar en estas líneas.
Luisito se prestó muy contento a que le tomaran esta foto. Se sintió halagado de ser el protagonista de esta toma. Pero unos instantes después, en medio de una melodía que sonaba deliciosa, Luisito se acercó a la eventual fotógrafa.
-¡Qué lindo! –dijo el susurro de Luis.
-Sí, qué lindo todo ¿viste Luis?
-Sacale una foto –solicitó nuestro artista, señalando pesadamente hacia la dirección en la que estaba el centro de la actividad, la gente, la muestra, los saludos.
-¿A qué querés que le saque la foto? ¿A la gente? ¿A los dibujos?
-No. Sacale una foto… ¡a la música!

jueves, 10 de diciembre de 2009

Construcción Compartida II

Hubo un hombre que para un Carnaval se disfrazó de sí mismo.
Y parecía otro.
Y se cuenta que fue muy feliz.
Pero al llegar el miércoles de ceniza volvió a ser el de todos los días, es decir, el que los demás querían que fuera.

Anónimo

sábado, 5 de diciembre de 2009

Construcción Compartida

En el blog de Paulo Brabo encuentro estas líneas, respecto a la identidad, que nos ayuda, nos tira unas líneas respecto a avanzar en la comprensión de quiénes somos, cómo construímos, o se construye, o nos construyen, la identidad.

Los rumores a su respecto
Desde el momento en que usted nace las personas comienzan a hablar sobre usted la una con la otra, sin que tenga usted acceso directo al contenido de lo que ellas dicen y sin que pueda interferir con la misma libertad creativa en las concepciones que se desarrollan respecto a usted.
Con el tiempo, los rumores a su respecto se tornarán cada vez más asociados a usted; cuando usted irrumpe, lo que las personas, de hecho, ven es una compleja obra de ficción, una impresión formada tanto o más por el conjunto total de los rumores a su respecto que por lo que usted de hecho ya dijo o hizo.
Somos, cada uno de nosotros, una obra colectiva.